A los dos amantes más famosos de la antigüedad se les atribuye el mérito de haber creado una de las primeras asociaciones gastronómicas de la historia: reunía a los más grandes conocedores de la época y tenía el nombre de "Círculo de los Inimitables". Los miembros alternaban cacerías y fiestas con discusiones con los estudiosos de la Biblioteca y episodios de aventuras en los barrios pobres.
El descubrimiento y traducción de algunos papiros encontrados en el oasis de Fayum, el más rico del reinado de Cleopatra, revelaron una valiosa información sobre la gastronomía de la época.
Los egipcios fueron los precursores de la cocina mediterránea, usaban aceite extra virgen de oliva, quesos ligeros, verduras, hierbas, legumbres, granos, y comían platos de pescado y carne.
Gracias a los papiros es posible descubrir que en la mesa de la reina más famosa del mundo, mujer culta e inteligente (se dice que su conversación era irresistible), a menudo se servía pichón relleno acompañado de verduras de temporada. A continuación, seguía la sopa de frijoles o cebada. Las carnes de caza se alternaban a la de ovino. No faltaban, sin embargo, momentos más refinados donde asomaban los peces del Nilo Occidental. Los postres consistían en deliciosos pasteles de higos y nueces, cubierto con miel. Para acompañar la comida no faltaba el buen vino griego y la cerveza, herencia preciosa de los faraones.
Con respecto a las costumbre culinarias, dos episodios memorables se recuerdan en la inimitable vida de Cleopatra y Marco Antonio.
El primero fue la apuesta realizada entre ellos sobre quien podía orecer el banquete más costoso. El evento narrado por Plinio, y que aparece en muchas pinturas, dice que si Antonio había trabajado para encontrar alimentos raros y exóticos, Cleopatra había gastado más de diez millones de sestercios en manjares costosos, disolviendo también, en una taza de vinagre, uno de sus pendientes de perla, de inestimable valor.
El otro episodio describe los excesos practicados diariamente en las cocinas del palacio real de Alejandría. La escena, descrita por el médico Filotas al abuelo de Plutarco, narra su visita a la corte, y su estupor al ver que en la cocina tenían ocho jabalíes, en diferentes fases de cocción, porque Marco Antonio exigía que en todo momento hubiera disponible carne cocinada a la perfección, por si llegaba a tener hambre o aparecían invitados inesperados.
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