Hace cinco mil años, ya era una parte integral de la alimentación de los seres humanos: frescos y pinturas antiguas dan testimonio de su presencia en las cocinas de la época. En los siglos posteriores, los hombres comenzaron a criarlos de forma intensiva, aprendieron a cocinarlos al horno, fritos, rellenos, asados y con salsas; se discutió la calidad de su carne nutritiva y baja en grasas y colesterol, ensalzando su sabor y cualidades; inventaron proverbios, cuentos, anuncios y cadenas de comida rápida totalmente dedicadas a él; y en el día de hoy, el pollo sigue siendo un protagonista indiscutible en las mesas de la mayor parte del mundo.
La historia
De las pinturas antiguas se sabe que el pollo ya era conocido hace cinco mil años. Los antiguos romanos tenían un gran recetario a base de carne de pollo, reservado sólo a las clases altas. El pavo, nativo de América, llegó a las cocinas de Europa después del descubrimiento del Nuevo Mundo en la primera mitad del siglo XVI fue el rey Carlos IX quien fomentó su cría en Francia.
Pocas grasas, muchas proteínas
Desde siempre la carne blanca ha sido reconocida por ser más liviana que la carne roja y, por lo tanto, ideal en las dietas hipocalóricas y durante la convalecencia.
En efecto, las aves de corral tienen una muy baja cantidad de grasa, pero a ésto no se corresponde, como se cree erróneamente, una deficiencia de proteínas y otros elementos esenciales para una adecuada nutrición.
El contenido de proteínas del pollo, e incluso pavo y pintada, es muy alto, y muy aconsejables en la alimentación de los niños, adolescentes y personas que realizan actividades deportivas. Tiene un contenido en colesterol más bajo que la carne roja y una buena composición de ácidos grasos insaturados. La pechuga de pollo, por ejemplo, contiene 0,8 gramos de grasa por cada 100 gramos de porción comestible. Su carne también contiene hierro, zinc, sodio, potasio, calcio y magnesio.
A esto hay que añadir la presencia de ácido esteárico y ácido oleico, capaces de contrarrestar el efecto hipercolesterizante de las grasas saturadas.
Para aquellos que siguen una dieta de adelgazamiento, la carne de pollo, pavo y pintada proporciona pocas calorías y la dosis adecuada de proteínas y minerales. Tenga cuidado sin embargo, de eliminar la piel del pollo ya que es la parte más grasa.
No sólo pollo
Además de pollo, existen otros tipos de carne blanca, como pavo y gallinas de Guinea. La carne de pavo tiene un bajo contenido de colesterol, y se recomienda, por su contenido de grasas no saturadas, en la alimentación de los niños y en las dieta hipocalóricas. La gallina de Guinea tiene una carne magra y alta en proteínas, siendo adecuada para cualquier tipo de preparación y perfecta para una cocina sin grasa.
Algunos consejos
Al comprar el pollo, lea cuidadosamente la etiqueta, o preguntar al vendedor sobre el origen, la fecha de caducidad y el método de conservación recomendado. En general, cualquier tipo de carne se debe colocar tan pronto como sea posible en el refrigerador o en el congelador. Los alimentos crudos deben ser separados de los alimentos cocidos para evitar la contaminación, es necesario lavarse bien las manos después de tocarlos, y lavar los utensilios que hayan estado en contacto con la carne cruda.
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