Cerveza o vino? Sólo hay que preguntar a los genes

¿Cuántas veces sucede de ser invitados a una cena y verse obligado a beber un vino que no nos agrada? Cuando esa noche en cambio nos moríamos por disfrutar de una buena cerveza fría! Y entonces ¿qué excusa inventar?

Pues bien, a partir de hoy la excusa oficial cuando se está frente a una copa de vino tinto, pero se prefiere una cerveza, o viceversa, es que estamos predispuestos genéticamente!

Sí es así, parece que nuestros gustos y preferencias sobre el vino o la cerveza se derivan de nuestra composición genética y desde luego de los gustos de nuestros padres.

Se descubrió esta relación en una investigación en la Universidad Estatal de Pensilvania, donde se estudiaron dos genes responsables del sabor amargo en relación con el consumo de alcohol.

El resultado? Las personas, cuando se trata de sabores, parten de diferentes bases que se derivan de su herencia genética y que hacen que para algunos la cerveza sea demasiado amarga, y para otros el vino les parezca demasiado dulce, y así sucesivamente.

Por supuesto, que somos libres de superar nuestras percepciones iniciales y con el tiempo empezar a apreciar sabores que inicialmente nos parecieron más hostiles!

Comentarios sobre este artículo (0)

No hay comentarios