Actualmente, debido a que a las intenciones de una buena economia doméstica se unen las más actuales tendencias de respeto al medio ambiente, este arte se ha vuelto más difícil, pero también más meritorio. Este arte tiene sus raíces en la cocina tradicional, donde los desperdicios no eran una posibilidad contemplada, y tuvo un resultados tan refinado como para permitir la realización de maravillas que no parecen el resultado de unas sobras.
Y si el caso es que nos encontramos con estas sobras escasas y poco atractivas, no hay otra solución que añadir algunos otros ingredientes y convertirlas, por ejemplo, en apetitosos gnocchis, en dulces simple, en rellenos sabrosos o, por qué no, en deliciosas ensaladas y salpicones. Sólo se necesita un poco de fantasía.
El pan viejo de algunos días, ahora endurecido, es uno de los desechos más utilizado, tanto en las preparaciones dulces como en aquellos salada. Pensar en el budíon de pan, cuyos mejores resultados se obtienen con pan "viejo", de hace uno o más días; o el pescado frito marinado en cáscaras de naranja o en escabeche, cuya armonía gustativa es tal, que se sugiere comprar algunos pescados de más, para que sobre para estas preparaciones.
Con pequeños restos de carne, pollo o verduras (incluso todos ellos juntos), más un poco de huevo y queso, se pueden preparar deliciosos rellenos para pastas; una pequeña porción de vegetales salteados, tal vez con el agregado de alguna patata, puede resultar en una magnífica tortilla, sopa, tarta o empanadas; lo mismo sucede con las frutas, si sólo queda una de cada especie, por qué no preparar una macedonaia o, si ya están un poco mustias, una tarta o budín?
Las posibilidades son infinitas. La creatividad y la decisión de no desperdiciar la comida, harán el resto.
Comentarios sobre este artículo (0)