En el artículo, que se publicará en la edición de octubre de la revista Journal of Consumer Research, Fishbach y Michal Maimaran de la Kellogg School of Management de la Northwestern University, muestran que diciéndole a los niños en edad preescolar que los alimentos les ayudarán a lograr un resultado - cómo llegar a ser fuertes o aprender a leer - su interés en ellos disminuye.
"Los niños en edad preescolar tienden a pensar que la comida no puede tener dos propósitos: no puede existir algo que los hace más saludable y al mismo tiempo sea algo bueno para comer", dijo Fischbach. "Así que, si decimos que las zanahorias te ayudarán a crecer o a ser más inteligentes, no van a querer comerlas. Si queremos que coman zanahorias, basta con dárselas y decir que son buenas, o no decir nada".
Los investigadores llevaron a cabo cinco experimentos con 270 niños en edad preescolar, durante los cuales un investigador leía historias ilustradas que hablaban de una niña de comía ciertos alimentos. En algunas historias la niña se interesaba en los alimentos porque hacían bien, en otras se interesaban porque el alimento era gustoso, y en otras no se indicaba porque se interesaba en los alimentos.
En cualquier caso, los niños comieron más alimentos cuando no se les indicó ninguna razón para comerlos, o cuando se los presentó como sabrosos con respecto a lo que comieron uando se les dijo que un alimento hacía bien a su salud.
"Nuestro estudio se centró en los niños muy pequeños - concluye Fischbach - es importante recordar que los niños mayores confian menos en el gusto al momento de decidir qué comer, porque tienen un mayor auto-control. Después de todo, la mayoría de nosotros conoce adolescentes que no comen más de seis tipos de alimentos, entonces, finalmente, sus ideas podrían ser similares a las de las generaciones más jovenes".
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