En esta lógica de funcionamiento corporal, es importantísimo el rol que cumple la correcta nutrición (por ello otras dos publicaciones se ocuparán del tema), pero de poco servirá una alimentación equilibrada en un contexto de colapso orgánico
Síntomas como cansancio, insomnio, cefalea, manchas en la cara y el cuerpo, hormigueos, etc.), pueden ser manifestaciones de intoxicación reciente o acumulada.
Existen dos tipos de toxinas:
- Toxinas Exógenos
Son las de origen externo, ingresan al organismo a través de:
La respiración (gases de las fábricas y vehículos, humo de las chimeneas, de los cigarrillos, etc.),
La piel y mucosas (pinturas, insecticidas, etc.)
La vía digestiva (fármacos, alcohol, colorantes artificiales, carnes rojas en exceso, grasas, preservantes, fármacos, entre otros).
- Toxinas Endógenas
Son sustancias elaboradas en nuestro organismo. Pueden estar relacionadas con algunas enfermedades infecciosas como la fiebre tifoidea, hepatitis, diabetes mellitus, entre otras. El stress, ansiedad entre otras, generan toxinas que de alguna forma son dañinas para la salud.
Ejercer nuestro derecho a un óptimo estado de salud, se parece mucho a una mesa asentada en tres patas: todas deben estar fuertes y en equilibrio. Por ello, la tarea de depuración orgánica se potenciará enormemente con un contemporáneo freno al ingreso de nuevas toxinas y aporte de los nutrientes esenciales que faltan. Trabajar separadamente cada aspecto, conspira contra una rápida recuperación de la salud.
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