Esto sucedía en la Alta Edad Media porque en aquella época durante la cuaresma estaba prohibido comer huevos. Cuarenta días de abstinencia justificaban todo este alboroto ritual, estos festejos.
De allí la aparición de los huevos pintados, su caracter festivo. Era costumbre llevar al rey de Francia, después de la Misa Mayor de Pascua, canastas con huevos pintados y dorados que distribuía entre los cortesanos. Los pintores, pensionistas del Louvre, a veces ejecutaban miniaturas geniales.
Fabergé, orfebre de los zares, realizó durante la Belle Epoque, verdaderas obras de arte, orgullo de coleccionistas.
Imposible regalar un Fabergé, pero esos festivos huevos de chocolate, envueltos en papeles eufóricos, con cosas adentro que hacen ruiditos, remiten a la infancia y sus dichas.
El regalo es un mandato ineludible para Pascuas. A nadie se le ocurre hacer huevos o liebres de chocolate en casa. Para qué sofocos, si hay excitantes propuestas en el mercado. No debe faltar jamás el moño colorado, ese contra las envidias y para las buenas ondas. El simbolismo de la cinta roja no es un invento de la new age, tiene siglos, representa la felicidad.
Los inspirados pueden pintar las cáscaras de los huevos duros, un juego creativo para chicos y grandes. O teñirlos con agua de remolachas, como los pobres del Siglo XVI.
La tradición exige esconderlos y buscarlos por la mañana del domingo de Pascua. Pero hay que tener en cuenta que a los chicos les resulta más excitante encontrar esas seductoras dulzuras comestibles con sus brillos, celofanes y sorpresas, que los simples huevos de gallina pintados. Tesoros comparables a las obras de arte de Fabergé.
En todo caso, para la tradición europea un huevo puesto en Viernes Santo o en Pascua, enterrado en el jardín, preserva del granizo, nevadas y otros malos augurioss. La cáscara de un huevo comido en Pascua se entierra en el campo en el momento de ararlo: asegura buena cosecha.
Quizás un huevo exquisito de chocolate comido en Pascuas, no engorda. Es mágico. Pero si engorda, no importa, pensemos en la felicidad que provoca el chocolate gracias a sus maravillosas propiedades.
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