Amado y odiado por igual, dicen que las personas que más disfrutan del picante tienen espíritu aventurero. Pero no todos los picantes son iguales. Los hay de tonos fuertes, ahumados, dulces, terrosos o frescos.
Hay varios tipos: los nasales o que "pican para arriba" como el wasabi, el krein, las mostazas fuertes; los más frescos, como el jengibre; los terrosos y perfumados, como las pimientas.
Y entre los chiles hay muchas variedades: frescos, en vinagre o conserva. La regla "cuanto más chico, más fuerte" no es tal. ¡Ojo con los grandes también! Pueden engañar.
En cuanto a los secos, son mejor en escamas que en polvo.
Remedio para calmar: cosas con almidón o grasa fresca, como yogurt o crema, pan con manteca, papa, bananas, cerveza. Nunca agua, porque es neutra, no interviene ni refresca.
Si se enchilan (que significa pasarla muy mal por comer más picante del que toleramos, aunque el nivel sube con la costumbre): respirar hondo, hacer lo indicado arriba, no asustarse y concentrarse en controlar el cuerpo con la respiración.
Probar siempre apenas con la punta de la lengua, así sabemos cuánto poner. Y si se los incorpora a una salsa, revolver y esperar un poco antes de agregar más. Las mostazas picantes se suavizan con la cocción.
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