Se confunde con rabietas
El Arfid se manifiesta por un rechazo sistemático de cualquier alimento, incluso los dulces, con la consecuencia de un evidente peso inferior al normal y un aspecto demacrado, cansado y débil. El problema es que los que manifiestan esta enfermedad son, cada vez más, los niños, cuyas edades oscilan desde 2-3 años - en correspondencia con uno de los períodos más agudos de rechazo o selección de laos alimentos - hasta la preadolescencia. Se corre el riesgo de confundir este tipo de rechazo o selección patológica con los caprichos "normales".
Laboratorios del gusto
A veces, la negativa nace del miedo a la asfixia originado a partir de experiencias pasadas; en otras circunstancias, el niño muestra una falta general de interés por la comida. En estos casos, será necesario llevar al niño a un nutricionista o un psicólogo para ayudarle a superar este miedo. Muchos centros de salud cuentan con laboratorios del gusto, en el que los padres y los niños aprenden juntos a preparar alimentos y a jugar, utilizando todos los sentidos. La participación va desdela evaluación del gasto hasta la prepararación el plato, y la disposición de los alimentos en forma de figuras de colores. Para los padres no es un camino fácil: se necesita mucho tiempo, mucha paciencia y muchas ganas de jugar con sus hijos, sobre un tema que a menudo es bastante crítico y delicado.
Factores innatos
En otros casos, el origen del comportamiento selectivo pueden ser factores genéticos. Por ejemplo, una aversión innata a los sabores amargos puede llevar a la negativa a probar todos los alimentos cuyo sabor involucra una nota mínima de acidez. En este caso, el trabajo más difícil es llevar a cabo una especie de "educación del gusto", que, aunque agotador, muy probablemente conducirá a efectos positivos: la historia y la formación del llamado "gusto adquirido" - en el que poblaciones enteras se acostumbraron a comidas de otros lugares previamente consideradas no comestibles - están ahí para demostrarlo.
Dos consejos para todos los padres
En cualquier caso, para evitar el Arfid, es bueno que los padres sigan dos simples reglas en la mesa: en primer lugar, no dar demasiada importancia a los alimentos, en parte porque a menudo los mayores tienen una idea equivocada de las reales necesidades nutricionales del niño. En segundo lugar, no prometer recompensas o castigos o perseguir al niño por toda la casa, tratando así de hacerle comer a cualquier precio. De esta manera, la relación con la comida será más pacífica. Y quién sabe, tal vez nuestro pequeño selector pueda convertirse en un verdadero experto gourmet.
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