Y aunque siempre consumimos flores (el coliflor, el brócoli y el alcaucil lo son), la gastronomía moderna incorpora como recurso otras especies que normalmente se consideran de jardín o decorativas.
Entre las especies más conocidas están las flores de calabacín, muy utilizadas por la cocina italiana (que las prepara rellenas, pasadas por una pasta y fritas) y también la mexicana.
No todas las flores son comestibles por lo que se deben tomar precauciones; algunas, como las flores de tomate, son tóxicas); mientras que otras pueden contener pesticidas, como las adquiridas en florerías o las del jardín de casa. En éste último caso, es conveniente separar del resto de nuestras plantas, aquellas que producirán flores que utilizaremos en la cocina, extremando los cuidados en su cultivo y manteninimiento (nunca utilizar pesticidas químicos en ellas).
Distintas flores se utilizan según el destino que deseemos darles; algunas sólo decoran los platos como las violas o pensamientos; otras se utilizan por su aroma como la sempiterna lavanda y las caléndulas que aromatizan muy bien los cocteles; otras finalmente, como rosas y geranios, sobresalen en la pastelería por su color y aroma.
Entre las más comunes, disponibles actualmente en negocios especializados y en los "barrios chinos" de cada ciudad, encontramos la capuchina o taco de reina, de la que se consumen no sólo las flores sino también las hojas y los frutos; esta flor posee un sabor picante ideal para destacar el sabor de las ensaladas. La flor de borraja puede ser azul o blanca. Se consumen en ensaladas y como decoración en cocteles a base de ginebra; también se escarchan con azúcar para adornar pasteles y postres.
La mizuna es una hortaliza parecida a la lechuga, sus flores son amarillas, y aunque no se destacan por su sabor son muy utilizadas para decorar distintos platos; por su parte, la flor de mostaza, aporta color y un toque picante; son ideales para terminar una ensalada o saborizar cremas o dips a base de queso blanco.
Las flores de violeta, consideradas un símbolo de la fertilidad en la antigua Grecia, fueron usadas desde siempre en la cocina como elemento decorativo; actualmente también se consumen en postres y ensaladas a las que aportan su suave y característico perfume y sabor. Además de frescas, también se se utilizan las flores secas y confitadas.
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