Al norte están las alturas de los Alpes y al sur hay importantes viñedos. También tiene el rio Po y los extensos cultivos de arroz. Castillos medievales, claustros y capillas son vestigios de su historia. Región conocida por su industria: Fiat en Turín, Olivetti en Ivrea y en Biella la industria de la lana, no olvida sus raíces agrícolas.
La comida juega un papel muy importante y en las colinas del sur se producen varios de los grandes vinos italianos. La cocina y su materia prima surgen de una geografía seca y escondida. Hay trufas, cardos, animales de caza, avellanas, uvas, faisanes, perdices, codornices, quesos.
El piamontés, hombre de pocas palabras, apela a su gran olfato y aprovecha estos ingredientes para cocinar con delicadeza. Con influencias de técnicas francesas, la comida tiene fuerza y aromas. Sabores esencialmente de otoño, para degustar cuando el sol perdió su fuerza y en noches de bruma.
Cocina sobria, pero robusta. El aroma de sus platos es inconfundible: bagna cauda, antipastos como el vitello tonne, risottos, carnes bollita (puchero), fonduta y deliciosos postres a base de duraznos, avellanas y sabayón. O el delicioso y aromático Bonet di amaretti, una especie de flan que lleva además ron y cacao.
La del Piamonte es una cocina noble y señorial que se acompaña con los grandes vinos Barolo y Barbesco.
Turín fue la primera capital de Italia, la del Torino y el Juventus, del buen chocolate caliente y los excelentes cafés. Y aunque no entra en los itinerarios turísticos, valdría la pena conocerla haciendo un tour gastronómico que sorprenderá y nunca se olvidaran de los platos tan especiales que ofrece la “pequeña Paris”.
Comentarios sobre este artículo (0)