Es tan factible que alguno de nosotros la haya preparado alguna vez sin saberlo, como que nos haya faltado alguno de sus ingredientes. Porque para que la ratatouille merezca llamarse así debe llevar berenjenas, zucchini, morrones, tomates y ajo, todos ellos salteados en aceite de oliva.
Hay versiones que incluyen cebolla y un toque muy ligero de hierbas aromáticas. La ausencia de una de sus partes cambiaría por completo el sabor y el inconfundible color de este personal ragout de vegetales de estirpe mediterránea.
Vegetariana de hecho, aunque sin la pretensión de serio, la ratatouille es un plato ideal para quienes prescinden de las carnes en su alimentación. En su forma clásica se sirve como entrada o guarnición de pescados, carnes y aves.
En cuanto a su forma de preparación, están quienes declaman que los vegetales deben saltearse por separado justo antes de servirlos, con el fin de lograr el punto justo de cocción de cada uno de ellos y conservar la plenitud de sus sabores sin amalgamas no deseadas.
Otros aconsejan preparar la ratatouille con un día de anticipación para que se integren bien los sabores y se pueda aprovechar al máximo sus cualidades aromáticas. Pero para todos es indispensable la utilización de un aceite de oliva de calidad.
Preferencias y opiniones aparte, una técnica muy recomendable y que no demandará tanto tiempo como el que presupone la versión más ortodoxa, es la de saltear los vegetales en el orden adecuado, comenzando por aquellos que requieren mayor cocción e incorporando el tomate a último momento para evitar que se transforme en una salsa.
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