Por qué se deberían congelar las fresas (y cómo hacerlo bien)

Disponibles por unos pocos meses, algunas frutas se extrañan el resto del año. Este es, por ejemplo, el caso de las fresas, que se las encuentra a partir del inicio de la primavera y se pueden seguir comprando frescas hasta principio del verano, salvo alguna producción tardía que permita alargar el periodo de consumo. ¿Y luego qué? Luego basta abrir el congelador, donde se habrá congelado lo suficiente como para no perderlas, siguiendo unas sencillas reglas y un par de trucos.


1. Antes de empezar: la elección

La regla de oro, aplicable a cualquier alimento, es elegir fresas de buena calidad, en perfecto estado. No deben estar demasiado avanzadas en la maduración, y mucho menos inmaduras. Deben estar en el punto justo. Con un perfecto color fresa y totalmente intacto, sin golpes ni pequeños mohos. Las que están así, si se almacenan correctamente, permanecen frescas en la nevera durante al menos una semana. En el congelador, incluso durante meses.


2. Lavado a fondo

El primer paso para congelar las fresas es lavarlas muy bien, secarlas bien y solo entonces quitarles el tallo. Con un cuidado adicional: cuanto menos permanezcan en remojo, más conservan su sabor las fresas. Luego se puede dar un paso más, mojarlas en un poco de vino - si no se tiene, una solución de vinagre con agua está bien - y luego secarlas nuevamente, siempre con mucho cuidado. Lavar con vino o vinagre permite eliminar aún más las impurezas y el polvo, eliminando también algunas bacterias gracias a la ligera desinfección debida al alcohol. Sin embargo, sigue siendo esencial que estén perfectamente secas.


3. ¿Enteras o en trozos?

Dependiendo de las ideas que se tengan en mente para usarlas más adelante, decidir antes si dividir o no las fresas o dejarlas enteras. En realidad, ni siquiera el tallo es imprescindible sacarlo: el único problema es que, una vez descongelado, queda estéticamente feo.


4. Congelación estándar

El procedimiento básico consiste en colocar las fresas en un plato o en un recipiente bastante grande, colocarlas una al lado de la otra y dejar algo de espacio, evitando apilarlas en múltiples capas. Luego ponerlas, sin tapa, en el congelador. Se puede agregar más tarde, una vez que se complete la congelación. De este modo, la congelación será uniforme para cada fruta y también evitará magullar algunas involuntariamente. No hace falta decir, como regla general: cuanto menos se toquen las fresas, mejor.


5. Usar azúcar granulada

Otro método muy conocido es pasar las fresas por azúcar granulada antes de colocarlas suavemente en la placa. O espolvorear el azúcar directamente en el fondo del contenedor. Las reglas, entonces, son idénticas: no superponer las fresas, colocarlas un poco separadas, luego esperar pacientemente a que las frutas se congelen. Evaluar bien, sin embargo, qué se hará con estas frutas: con esta técnica habrá algo de jugo que manejar.


6. Usar un almíbar de agua y azúcar

Si, por el contrario, se está más interesado en conservar el sabor, aunque no se ignore a estética perfecta de una fruta intacta, se puede utilizar la técnica del agua y el jarabe de azúcar. Una vez frías, las fresas se colocan en un recipiente o frasco, quizás de vidrio, luego se pueden cubrir completamente con el almíbar y sellar herméticamente antes de congelarlas. Para reutilizar las fresas en almíbar será necesario dejar descongelar el recipiente a temperatura ambiente.


7. Errores a evitar

Si bien puede parecer convincente al mirarlas, lo mejor es no utilizar el empaque en el que se venden las fresas para congelar. Es mejor colocarlas en recipientes más adecuados para la comida, mejor aún si se colocan en el congelador. Posiblemente en vidrio, pero también en plástico. Alguien también sugiere congelar las fresas y luego usar una bolsa especial para envasarlas al vacío.

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