¿Quién descubrió el té?

El té tiene una historia antiquísima que se remonta al siglo X A.C. Según una leyenda, Shennong, cuyo nombre significa granjero divino, habría sido un legendario emperador de China y el inventor de la medicina china. En un decreto emitido por él prohibió a sus súbditos beber agua que no hubiese sido hervida. Y justo cuando él mismo estaba decidido a hervir en una olla un poco de agua, algunas hojas de té habrían caído dentro de la bebida. Bebió la infusión, y Shennong habría entendido sus propiedades reconstituyentes.

Una variante de la leyenda dota a la bebida de poder curativo. Se dice que el emperador testeó sobre sí mismo las propiedades de las hierbas que nacían espontaneamente en China: algunas eran de venenos leves y el único antídoto utilizado por el primer médico chino para aliviar los síntomas de la intoxicación fue sólo té.

El nacimiento de la planta del té está ligado también a la mítica historia ligada a la figura de Bodhidharma, el fundador del budismo Chan y del estilo de lucha de Shaolinquan. La historia cuenta que después de meditar durante nueve largos años Bodhidharma accidentalmente se quedó dormido y, al despertar, el asco que sentía por su debilidad era tal y tan grande que decidió cortar sus párpados. Cayeron en el suelo, brotaron, dando vida a los dos primeros arbustos de té.

Se sabe que la recolección de las hojas de té es un proceso laborioso, llevado a cabo en regiones distantes y, a menudo de difícil acceso. No faltan leyendas sobre pueblos en los que confían la elección de las hojas de té... a monos.

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