Los estudios, precisaron los investigadores, no han estudiado el impacto ambiental de la producción de carne, sino solo el impacto que tiene su consumo en la salud humana, en concreto, han examinado los efectos de la carne roja procesada (hot dog, tocino, carnes saladas, sazonadas o fermentadas) y carnes sin procesar (carne de res, ternera, cerdo, cordero, ciervo).
La revisión también examinó otros estudios previos, utilizando un sistema de clasificación, llamado Grade, desarrollado precisamente para basar las revisiones solo en la evidencia disponible. Al excluir de los resultados todo lo que no se refería al vínculo directo entre el consumo de carne y la salud, los estudiosos llegaron a la conclusión de que con la reducción de este alimento no hay tal beneficio visible. La nueva investigación ya ha provocado las reacciones de aquellos que, hasta ahora, han apoyado y afirmado que el consumo de carne roja y procesada debe reducirse.
La American Cancer Society, la American Heart Association, la Harvard TH Chan School of Public Health y varios otros investigadores ya han objetado que este estudio no es confiable, mientras que el Comité de Médicos para la Medicina Responsable, que durante mucho tiempo apoyó una dieta basada en alimentos de origen vegetal, solicitó a la Comisión Federal de Comercio (Federal Trade Commission), que "corrija las declaraciones falsas" contenidas en el informe, que consideraron un "grave perjuicio para la salud pública".
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