5 razones para NO eliminar los carbohidratos de la dieta

Cuando subimos a la balanza y nos damos cuenta de que se ha acumulado un poco de peso, el pensamiento vuela inmediatamente a los carbohidratos. De hecho, lo primero que pensamos cuando queremos perder peso y comenzar una dieta es eliminar todos los carbohidratos: no más pasta, pan, arroz, galletas o cualquier otro alimento que pueda contenerlos, pensando que estos son los principales responsables del aumento de peso.

En realidad, estos nutrientes, si se consumen en cantidades adecuadas, son esenciales para mantener un buen estado de salud y condición física. Los carbohidratos sirven a nuestro cuerpo y son importantes incluso cuando queremos perder peso, desempeñan funciones biológicas importantes, primero se acumulan en forma de glucógeno en el hígado y los músculos y constituyen una reserva de energía de uso rápido por la noche o entre una comida y otra.

Lógicamente, a lo que se debe prestar atención es a la cantidad: una dieta balanceada debe estar compuesta por un 55-60% de las calorías diarias en carbohidratos, de las cuales no más del 10% de carbohidratos simples. Los porcentajes deben respetarse independientemente de la ingesta calórica total sugerida en función de las necesidades individuales, incluso durante una dieta baja en calorías. De hecho, más de la mitad de las calorías introducidas, siempre deben provenir de carbohidratos predominantemente complejos, que por lo tanto nunca deben faltar, incluso cuando las calorías están restringidas.

Cada comida, desayuno, almuerzo y cena, debe incluir al menos una porción, incluso reducida, de un carbohidrato complejo. Analicemos específicamente por qué los carbohidratos no deben ser eliminados de la dieta.

1. Porque se reducen la masa magra y los minerales

Sinno se consumen carbohidratos en la dieta, el organismo debe fabricar por sí mismo la glucosa, esencial para sus funciones, utilizando proteínas y grasas como sustratos. La formación de azúcares a partir de los aminoácidos de las proteínas conduce, si se prolonga, a una reducción de la masa magra (principalmente músculo) que es un componente fundamental del organismo, además de una pérdida de minerales; mientras que la liberación de una cantidad excesiva y forzada de ácidos grasos causa, a la larga, una condición patológica llamada acidosis, que consiste en un peligroso desequilibrio para la salud. En esencia, la falta de alimentos con carbohidratos lleva al cuerpo a procurárselo con otras sustancias tomadas de sus reservas, y no siempre en los depósitos de grasa, lo que produce desequilibrios perjudiciales para el organismo.

2. Porque no se pierde realmente peso sino agua

La eliminación de carbohidratos a menudo resulta en una rápida pérdida de peso, pero en realidad lo que se pierde es agua. De hecho, los carbohidratos son sustancias que obligan al cuerpo a retener agua, menos carbohidratos significa menos agua y menos peso. Esta es la razón de la pérdida de peso, que sin embargo no es real y es solo a corto plazo.

3. Porque se tiene más hambre

En ausencia de carbohidratos puede aumentar la sensación de hambre que nos lleva a consumir grasas en mayor cantidades. Así es como los carbohidratos generalmente se sustituyen con alimentos grasos, como frutas secas, aguacates, bocadillos o queso. Sin embargo, las grasas son más calóricas que los carbohidratos y, por lo tanto, el riesgo es el de un excedente de energía y un aumento de peso.

4. Porque el intestino se vuelve perezoso

En ausencia de carbohidratos, en general pueden ocurrir problemas de estreñimiento e irregularidad intestinal. El intestino reduce su motilidad debido a una menor ingesta de fibra, especialmente si se acostumbra a consumir carbohidratos integrales y ligeramente refinados.

5. Por la sensación de cansancio y debilidad

Al ser, como se mencionó, la energía que necesita el cuerpo y, en particular, el cerebro, cuando faltan los carbohidratos (el combustible energético), uno se siente cansado y débil. De hecho, el cerebro se ve afectado por la ausencia de azúcar y se necesita tiempo para adaptarse a esta disminución, por lo que la primera consecuencia es más fatiga, menos reactividad a los estímulos y actividad reducida.