7 reglas para cocinar sin desperdicios

Si sientes que tu bote de basura se llena demasiado rápido, tal vez estés tirando algo que podría cocinarse, comerse y apreciarse (como las partes generalmente desechadas de calabacín, o las pencas de la acelga). Estos consejos, seguidos también por muchos restaurantes, apuntan a reducir el desperdicio de alimentos en el hogar.


1 - Una compra bien pensada

Hacer las compras día a día, evaluando bien las cantidades y los tiempos de deterioro. Especialmente en tiempo de vacaciones o fines de semana, se puede decidir a último momento cenar fuera o en la casa de un amigo. Y, en el refrigerador, los alimentos comprados en abundancia "envejecen" y en gran medida deberán desecharse al momento de su uso. El problema no habría surgido si el gasto se hubiera realizado de manera reflexiva y día a día.


2 - No se tira nada

Usar todas las partes de un producto apelando a la creatividad. Saber cómo usar de manera apropiada cada parte de un producto es un signo de atención a la sustentabilidad, pero sobre todo abre la posibilidad a nuevas experiencias y al descubrimiento de sabores inesperados. No todos saben, por ejemplo, que las vainas de los guisantes pueden convertirse en una sabrosa bebida o que la piel de la calabaza puesta en el horno es mejor que cualquier chip industrializado. Experimentar, por lo tanto, con prudencia.


3 - Conservar, conservar, conservar

Aprender el arte de la conservación extiende la vida de los alimentos.
Un buen uso de los diferentes compartimentos del refrigerador, almacenando los productos prestando atención a las diferentes temperaturas, es un truco pequeño y fácil que mejora la conservación de los alimentos. Incluso combinar un alimento con otro puede generar efectos inesperados o indeseables: por ejemplo, las manzanas aceleran la maduración de otras frutas.


4 - El tiempo de las cosas

Verificar la fecha de vencimiento pensando en cuándo se usará el producto. Planificar, programar, establecer; un mínimo de programación en el momento adecuado ayuda a no perder tiempo, dinero o alimentos. Controlar la fecha de vencimiento de los productos requiere poco esfuerzo, así como pensar si comeremos un queso en la cena o dentro de una semana. Una pequeña elección, un gran ahorro.


5 - Menos es mejor

Elegir pensando en el después. El embalaje es sin duda un factor importante para la buena conservación de los alimentos, pero cuando es demasiado, es demasiado... Un buen gasto también comienza por saber cómo elegir el producto protegido por un embalaje efectivo pero no excesivo y que sea fácilmente reciclable. Si un paquete está hecho de diferentes materiales, reciclarlo correctamente (¿dónde lo tiro?) Se convierte en un desafío casi imposible de superar.


6 - Al día siguiente es aún mejor

Este consejo de la abuela, no es menos válido incluso hoy: la comida que sobra no se tira. Este era un hábito estúpido que adquirimos pensando que era reprobable hacer lo que hacían nuestras abuelas, es decir, reutilizar la comida al día siguiente. Las albóndigas o el pastel de carne, por ejemplo, son ejemplos espectaculares de reutilización inteligente de los alimentos del día anterior. Lo que no se terminó en la cena puede ser una vianda perfecta para llevar el día después a la oficina o la escuela.


7 - Pide y se te dará

No hay que avergonzarse de pedir la comida que no se haya consumido en un restaurante. En muchos países es una práctica que siempre ha estado vigente; otros están luchando por adoptarla. Pedirle al chef o al mozo que empaque adecuadamente la comida que ha sobrado no solo es nuestro derecho, sino que también es un hábito saludable y correcto. Hoy en día hay más y más restaurantes en los que esta buena práctica se ha puesto en uso, pero también los clientes deben aprender a no sentirse avergonzados y pedir las sobras cuando no se las ofrescan. Lo importante es que el contenedor sea adecuado para el almacenamiento y transporte.

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