Pequeños detalles a tener en cuenta

No abusar de los brillos

Fantástico, higiénico, estético si no se exagera, el papel de aluminio invade las cocinas. Usos y abusos. No hay nada más rico que las papas con cáscara, envueltas en este vestidito brillante, con las que preservan todo su sabor. También las pechugas de pollo, con oliva y hierbas o el pescado.

Pero hay algunos productos que no se llevan nada bien con las hojas plateadas. Los alcauciles, por ejemplo, si se los cocina envueltos individualmente en aluminio, producen ciertas combinaciones tóxicas. Los alcauciles son seres de hierro que soportan pocas cosas. Cuando se los come, la mejor bebida es el agua.

Ojo con el rojito

Un bar queda espectacular con botellas conteniendo brebajes psicodélicos: hay licores de mandarinas, de color atrapante, verdes licores de kiwis, amarillos licores de banana, elixires naranjas elaborados con la fruta de la pasión, es decir, el maracuyá, en fin multitud de verdes y azules, colorados intensos, rareza como el curazao azul, casi eléctrico. En todo caso no se deje encandilar, asegúrese que lo que está tomando no tenga colorantes químicos. La resaca del día después se debe no sólo a cantidades, sino a perversiones poco naturales. Lindísimo, pero nada más que para mirar.

Los blancos no son santos

Mito generalizado: si uno sigue una dieta para adelgazar y se le permite tomar algo de vino, se debe elegir el blanco porque engorda menos. Falso. Blanco y tinto tienen el mismo poder calórico. Curiosa relación entre color y fantasmas de la gente. Por el contrario, actualmente  se considera  al tinto (y no  nos referimos a  gorduras o flacuras)  como el más sano, no sólo por las vitaminas y sales que posee también el blanco, sino por la historia del tanino y su poder para evitar o bajar el colesterol.

Heavy Metal

Los metales tóxicos son elementos que no son necesarios para las reacciones bioquímicas del organismo. Cuando se acumulan, tienen acciones nefastas. Durante la vida uno acumula demasiadas cosas. Entre ellas restos abominables que se nos transmiten a nuestro único cuerpo por la polución en aire, agua y alimentos. Los metales malos están allí, quizá en cantidades ínfimas y uno no se da cuenta, pero provocan trastornos, bajones, debilitamientos y otras intoxicaciones. Entre la cosas de la cocina, la sal de alúmina, equivalente a la herrumbre para el aluminio, se deposita en las paredes sin que uno se dé cuenta, al revés que la herrumbre y su exquisito color. Es preferible, entonces, usar vajilla que no se degrade, cacerolas de cerámica por ejemplo.

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