¿Por qué los británicos beben té? Tal vez fue culpa de un hongo

Desde hace algún tiempo, los británicos lo beben menos que en el pasado, pero el té sigue siendo uno de los símbolos del Reino Unido. En el siglo XVII era un artículo de lujo, accesible solo a las clases sociales más altas, pero a lo largo de los siglos el ritual del té se ha extendido a todos los estratos sociales. Hay muchas razones por las que esto sucedió, pero según algunos estudios, una repentina epidemia en las plantaciones de café fue decisiva.


La isla perdida del café

De 1830 a 1880, Ceilán, actual Sri Lanka, fue uno de los mayores productores de café del mundo. Era una colonia británica de la cual el Reino Unido importaba un café muy fino. Pero a los pocos años la industria colapsó debido a una nueva enfermedad: la roya del café. La enfermedad reduce la fotosíntesis de la planta y, en consecuencia, también la producción de bayas y granos de café. El hongo que lo desencadena se denominó acertadamente Hemileia vastatrix (vastatrix en latín significa "devastador").

En el clima cálido y húmedo de Ceilán, sus esporas viajaban rápido, a pesar de los intentos de los científicos británicos por controlarlo. El golpe de gracia llegó con el desplome del precio del café en 1879: algunos agricultores abandonaron las plantaciones, favoreciendo aún más la propagación del hongo. La única solución era cambiar de cultivo, y así fue como Ceilán demostró ser excelente para cultivar té. El éxito del té de Ceilán, en cierto sentido, haría que los británicos se olvidaran del café. El resto es historia, o eso dicen.


Los microbios cambian la historia, incluso en la agricultura

De hecho, no todos están convencidos de que la epidemia de Ceilán haya cambiado realmente los hábitos del Reino Unido. En Coffee Is Not Forever, el historiador Stuart McCook explica que Ceilán era solo una fuente de suministro y que la mitad del café importado al Reino Unido en realidad se reexportaba a otros países. En definitiva, no es cierto que los británicos consumieran más café antes de la epidemia y que el de Ceilán no fuera crucial para el comercio del imperio.

Según McCook, fueron los fitopatólogos GL Carefoot y ER Sprot quienes aventuraron esta hipótesis en la década de 1960. En su libro Famine on wind escribieron que tal vez, sin la roya, los británicos seguirían siendo grandes bebedores de café. Muchos científicos luego encontraron esta historia perfecta para explicar el alcance de las enfermedades de las plantas.

Sin embargo, la historia del café de Ceilán nos enseña algo. Un hongo microscópico, en las condiciones ambientales y sociales adecuadas, empujó en pocos años a un país a abandonar uno de sus cultivos más rentables. Y desde entonces, Hemileia vastatrix ha llegado a todos los lugares donde se cultivaba café. La existencia de nuestra bebida favorita sigue dependiendo de la capacidad de los agricultores para mantener a raya al hongo mediante diferentes técnicas: desde el uso de variedades resistentes, pasando por la fumigación de pesticidas, hasta la correcta poda. En el tercer año de la pandemia Covid, cada uno de nosotros ha desarrollado una cultura sobre microbios, epidemias, brotes y cuarentenas. Incluso si no pensamos en ello a menudo, los mismos fenómenos son comunes en la agricultura.

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