Historia de los churros, la tapa dulce símbolo de España

La masa recuerda a la pasta choux, pero las similitudes acaban allí: los churros -cuyo nombre significa literalmente "tortita"- se han convertido en los dulces españoles más conocidos y amados, auténticas tapas dulces para comer a cualquier hora del día. Ya sea en un restaurante de Madrid o a lo largo de las calles de Barcelona, ​​estas delicias fritas largas y cilíndricas se preparan con solo unos pocos ingredientes, mezclados para crear una masa rica y fragante, para acompañar (y bañar) rigurosamente con chocolate caliente.

Sin embargo, cuenta la leyenda que los churros son mucho más antiguos que la civilización española, y que sus orígenes se remontan a una época histórica muy lejana y a una cultura aún más lejana.


Historia de los churros, el postre que se remonta "a la creación del mundo"

Algunos estudiosos han afirmado que, para rastrear el origen de los churros, hay que "remontarse a la creación del mundo". Una afirmación extrema, pero que indica un aspecto importante: aunque los churros se asocian hoy en día con España, no todo el mundo está convencido de que su origen esté precisamente ligado a la Península Ibérica.

De hecho, una rama de investigadores ha llegado a negar el origen español de los churros y a afirmar que en realidad las tortitas fueron importadas directamente de Oriente por los portugueses. Según esta teoría, de hecho, los exploradores habrían traído de China una de las recetas secretas de la dinastía Ming: la masa para Youtiao (también conocida como Youzagwei), una preparación hecha de tiras fritas para comer en el desayuno. Los churros serían, por tanto, descendientes directos de aquel manjar gastronómico oriental, y habrían adquirido este aspecto característico suyo porque quien importó la receta se vio obligado a modificar el aspecto de la pasta, para no ser atrapado por China, que prohibía estrictamente compartir el conocimiento local con extranjeros.

Por fascinante que sea esta teoría sobre el nacimiento de los churros, no es la más acreditada. De hecho, la mayoría de historiadores de la alimentación y expertos del sector atribuyen el nacimiento del dulce a los pastores nómadas españoles. Al no poder llegar a la ciudad para comprar pan, durante su estancia en los cerros ibéricos, los pastores se vieron obligados a inventar una masa sencilla para cocer rápidamente en una sartén. El propio nombre reforzaría la credibilidad de esta teoría: churros recuerda mucho al Navajo Churro, una raza de oveja típica de España que desciende de la oveja churra, y que tiene los cuernos increíblemente similares a la forma de los churros.

Cualquiera que sea la historia real, los churros se popularizaron en España hasta que se convirtieron en un postre típico, primero exportado por los conquistadores y luego por los inmigrantes españoles, convirtiéndose eventualmente en una especialidad de América Central y del Sur, donde cada nación creó su propia versión. Los conquistadores también crearon la asociación churros-chocolate, cuando en el siglo XVI llevaron a casa el cacao sudamericano, perfecto para mojar los churros.


Los secretos de los churros

¿Quieres saber cuál es el verdadero secreto de los churros? La sencillez. Literalmente tres ingredientes son suficientes para crear un postre irresistible, y además bastante calórico. De hecho, para preparar churros solo necesitas harina, agua y sal, y luego una generosa dosis de azúcar para espolvorearlos después de freírlos. Para crear su forma característica, sin embargo, el secreto está en la churrera, una especie de jeringa de repostería con una boquilla en forma de estrella, desde la que se vierte la masa directamente en una olla llena de aceite hirviendo. Si no tienes churrera, también puedes utilizar un sac-à-pows con pico de estrella.

Los churros se deben comer calientes, pero es posible conservar la masa cruda en la nevera, directamente en el sac-à-few, durante un máximo de 12 horas.


Cómo (y dónde) comer churros

Según la tradición, los churros se comen sumergiéndolos uno a uno en una taza de chocolate caliente espeso: un desayuno o merienda muy calórico, pero sin duda muy apetecible.

Antaño los churros eran el dulce típico de los domingos o el desayuno de los días festivos, pero ahora son muchos los lugares donde siempre puedes encontrar estas irresistibles tapas dulces: basta con parar en una de las tantas churrerías del país, abiertas desde la mañana hasta bien entrada la noche. En Madrid, patria indiscutible de los churros, se encuentra la Chocolatería San Ginés que elabora churros las 24 horas del día desde 1884, una auténtica institución para la degustación de churros.

En Barcelona en cambio, como en toda Cataluña, las churrerías se llaman xurreria, pero el sabor no cambia: las más famosas de la ciudad son las de La Pallaresa, en pleno Barrio Gótico y también muy frecuentadas por los barceloneses. Hay que probar también los churros de la Granja Dulcinea, un café con un toque más tradicional y de cuento, muy frecuentada por Salvador Dalí.

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