El café por el mundo: Francia

Nobles damas y príncipes de sangre azul comenzaron a vestir a la turca y hacerse servir café turco por un negrito con turbante. Mientras tanto, el signore Procoppio Coltelli, de Florencia, abría el Café Procope. Fue el más famoso de los muchos que albergaron a intelectuales y a los ricos miembros de esa nueva clase que iba a producir la Revolución Francesa: la burguesía.

Todos los enciclopedistas, todos aquellos que conspiraban contra la realeza, se dedicaron con entusiasmo a discutir en los cafés, mientras lo tomaban. A ellos también concurría la policía secreta del rey. El café tuvo la doble suerte de ser aceptado a un mismo tiempo por la nobleza y los revolucionarios.

En Francia el café se toma fuerte, muy espeso, muy dulce y luego de las comidas. Se lo toma también solo en los bares. Y, como en muchas partes del mundo, es una institución el café con leche matinal.

Aunque el francés dice ser un experto en café, los verdaderos connaisseurs encontraran el café parisino demasiado áspero y sin gracia: salvo, por supuesto, el de la Tour D'Argent; un excelente bourbon traido directamente de la Martinica. Allí, a pedido, se puede tomar un excelente Café Royal, flambeado.

Café Royal

Para una persona:

1 taza de café muy fuerte

2 cucharaditas (de té) de azúcar

5 cucharadas soperas de coñac

Azucarar el café caliente, y verterlo en vasos térmicos o tazas. Volcar lentamente en ellos el coñac precalentado; prender fuego, y revolver despacito.

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