Consejos saludables

Helado
En el verano (pero también en otras épocas del año), crece la exigencia de los chicos (y grandes) por los helados. Las cremas heladas, en cantidades normales, no afectan nuestro nivel de colesterol y proporcionan un delicioso alimento, rico en calcio y felicidad. Sin embargo, muchos de los helados que llegan al público contienen colorantes (permitidos y numerados) y otros agregados químicos (emulsionantes, estabilizantes) que en nada ayudan a nuestros organismos. Algunas tonalidades, particularmente los rojos y los naranjas, son especialmente dañinos y deben ser evitados.

Para los chicos entoinces, nada de helados de agua. En la edad del crecimiento, sus huesos requieren mucho calcio, es decir crema y leche, y nada de agua sucia de azúcar y tinturas, envueltos en antiecológicos papeles plastificados y difícilmente biodegradables. Aunque los pidan, embobados por sus formas y nombres hechiceros. Los helados de agua, hágalos en casa o cómprelos en lugares superseguros.

Tirar la toalla
Las toallas y repasadores de cocina son, por definición, punto de llegada de legiones de gérmenes, bacterias y hongos, que se instalan cómodamente, hamacándose entre las fibras, gozando de la sanísima humedad y de los sabrosos restos de comida y de jabón.

Es interesante interrumpir las vacaciones de estos detestables bichos, dándoles un buen baño en agua con lavandina, durante algunas horas. Si el paño es sensible a la perdida de colores, agua con un buen chorro de vinagre blanco y luego a lavar. Resístase a tener en su casa infectos trapos y repasadores malolientes, así como también impida que el mozo barra la mesa del café con un trapo antediluviano.

Sal y sal
Un día es el azúcar. El otro, el colesterol. Mas tarde la leche. Ahora, ya se sabe: el exceso de sal hace mal. Nadie que esté en onda lo ignora. Lo que nadie sabe, es que también el exceso de peras al cognac o de agua mineral mata. Pues lo que hace mal es, justamente eso, el exceso. Muchos estudios comprueban que la sal de mesa (innecesaria ya que los alimentos la contienen naturalmente), eleva la presión sanguínea y provoca riesgos coronarios. Pero también es cierto que una porción de la población sufre de baja presión, por lo que debe consumir cantidades de sal más importantes (nuevamente, no exagerar). Además, la sal evita calambres y retiene el agua en el cuerpo, reduciendo la deshidratación.
Una buena medida, entonces: consultar con el medico si la sal puede ser para usted perjudicial o beneficiosa.

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