¿Una taza de té?

Imposible describir en forma simple y general un blend de té. En todo blend de té influyen mil y un factores que, si bien escapan al paladar de la mayoría, hacen el deleite de los conocedores. Un deleite que comienza en el preciso instante en que se echan las hojas de té en la tetera: un bebedor de té ve disminuido su placer cuando la infusión ha sido preparada con té en sobrecitos.

Ceilán, la India, China, Indonesia y África del Este abastecen de té al mundo. Y cada uno de esos países produce un té cuyo sabor y calidad son distintos de todos los demás. En términos generales, puede decirse que los mejores tés proceden de tierras altas. Por supuesto, no es solo la altura lo que determina la calidad del té: la composición del suelo, la cantidad de lluvia, la temperatura, tienen también suma importancia. No menos decisivas de la calidad del té son las hojas: solo deben usarse los brotes de los extremos de las ramas.

Los blends

El té que llega a nuestras mesas, rara vez procede de una sola plantación. Habitualmen es una mezcla de diferentes tés que han crecido en diferentes suelos y bajo diferentes condiciones climáticas.

El breakfast-blend (o sea la mezcla para desayuno) puede estar preparado con variedades procedentes de Ceilán, pero puede, también, tener algo de té de la India. En consecuencia, en cuanto a sabor no es posible establecer similitud entre los breakfast-blends. De modo que para optar por uno y erigirlo en favorito conviene primero probar muchos, ya que no todos. Amén de los diferentes blends, están los tés aromados con flores (jazmín, rosas) o con especias (canela, clavo de olor, cascara de naranja, etc.). Estas últimas variedades son especialmente aptas para concluir una comida. Y el té verde, que se bebe sin endulzar, resulta el mejor acompañamiento cuando el menú está constituido por exquisiteces chinas o japonesas.

Que el té que llega a nuestra mesa sea negro o verde nada tiene que ver con la variedad de planta de la que procede, sino con el tratamiento que reciben las hojas luego de cosechadas. Las puestas a secar conservan el color verde; en cambio, las que se dejan fermentar en ambiente húmedo y templado se transforman en el "té negro", si este ultimo proceso se interrumpe en algún punto, se logran tés más o menos verdes. En general, el té verde y el semiverde son de sabor más suave que los negros.

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