En la India, como en muchas otras culturas, fue la historia la que estableció los principios de la cultura gastronómica. La misma receta toma, dependiendo del lugar en el que se prepara, no sólo un sabor diferente, sino también un aspecto diferente.
Estamos ante el segundo país más poblado del mundo. Más de mil millones de personas que enfrentan a diario las vicisitudes y los diversos cambios climáticos y morfológicos.
De esta situación emerge claramente una imagen de tiendas de delicatessen locales que a veces son desconocidas para el resto del país mismo.
La cocina india es una de las más complejas y variadas en el mundo, ya que probablemente es la que utiliza la mayor cantidad de especias y condimentos, protagonistas de distintos sabores e inconfundibles perfumes.
La mesa de la India, en sus múltiples variantes locales, se presenta con su plato principal, que es el arroz, que puede ser pilaf, Buriani, con cúrcuma o azafrán o incluso perfumado con cítricos y así sucesivamente.
El pan juega un papel clave, ya setrate de nan, más suave y consumido tibio, chapati o pappardam.
Cada plato es inseparable de su curry o de carne de cordero, de ternera, vegetariano, o de tomate y queso (paneer), que se utilian para condimentar el arroz y acompañar el pan.
Los platos principales son casi siempre cocinados en el tandoor, el horno de barro redondo calentado con brasas.
En el tandoor se cocinan una variedad de carnes y pescados, además de pan, todo coloreado y perfumado por las especias con las que se sirven.
Quesos, verduras y la carne también se cocina en planchas calientes. Las verduras, desde la espinaca al brócoli o las acelgas, se cocinan en yogur que se va reduciendo, convirtiéndose en un optima salsa.
No hay que olvidar las coloridas -y más livanas por la falta de cáscaras- leguminosas.
El arroz es el rey, incluso en postres: cuando está todo coloreado (el número de colores debe ser estrictamente siete) indica prosperidad y buenos augurios.
Hablar de la India es hablar de curry, que es en realidad una mezcla de especias cuyo sabor varía dependiendo de las especias utilizadas como base y en función del plato que acompañará.
La comida se come sentado en el suelo, con el plato sobre las rodillas o sobre una estera, en silencio y con plena concentración. Y se acompaña de una serie de rituales de ofrenda a Dios y agradecimiento a la madre naturaleza.
El plato está siempre acompañado por agua o jugos pero a menudo es posible encontrar vino, especialmente rosado, o incluso cerveza. Al finalizar el almuerzo se ofrecen licores o una taza de té aromático, perfumado con canela, clavo de olor y semillas de cardamomo.
La comida es vista como un don y una bendición para compartir con los demás, de hecho, el acto más sagrado para un indio es la hospitalidad. Alguien que llama a la puerta es siempre bienvenido. Esto es porque Dios puede presentarse bajo cualquier aspecto y en cualquier momento.
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