La quiche salvadora

Aunque la heladera sea un páramo, seguramente habrá un poco de manteca, algún pedazo de jamón, o queso, huevos, alguna lata de sardinas en la alacena, dos o tres zapallitos, o espinacas congeladas. Y cebollas, siempre hay cebollas.

La verdadera masa de quiche, la famosa pate brisee es muy fácil de hacer y es incomparablemente más rica que las masas que se venden. Pero también se puede recurrir a la masa comprada, con alegría y sin culpas. Conviene anticiparse a los imprevistos y munirse de unas masas compradas que se pueden congelar. Las de las casas que venden pastas frescas son mejores que las industriales, que en general son hojaldradas, no demasiado aptas para quiches ortodoxas, pero si es la que tenemos, adelante.

Si hay harina, manteca, agua y sal, la historia es simple. Solo se debe mezclar medio pan de manteca o margarina con dos tazas de harina, mezclar tan bien como para que la harina se confunda con la manteca y unir con agua muy fría con un poco de sal.

Se acomoda en la tartera y se instala adentro lo que a uno se le ocurra, es decir lo que queda después de barrer la heladera. Una versión muy mediterránea, perfecta para los paranoicos del colesterol consiste en remplazar la manteca por dos cucharadas de aceite de oliva.

Si en la heladera encontró espinaca cocida o mejor aun, cruda, solo se la debe saltar con un poco de cebolla, agregar un poquito de crema, tomillo fresco y aceitunas negras. Al horno unos minutos hasta que la masa este cocida y a disfrutarla.

Para impresionar, nada mejor que una quiche lorraine: panceta salteada, huevos batidos, crema de leche y queso rallado. Otra idea más hispánica que francesa, es una tarta de sardinas, con cierto parentesco a empanada gallega, porque lleva cebollas salteadas, lata de sardinas y lata de tomate, con un poco de ajo y bastante pimentón. Si no hay sardinas, atún. Si no hay atún, caballa.

Con calabacines largos o redondos, cortados en rebanadas y saltados apenas con cebolla, con un poco de crema batida con huevos puede obtener otra solución que le gustará aun a aquellos pedantes carnívoros que juran no haber probado un zapallito en su vida.

Si lo que hay es calabacita, cocínela apenas, mezcle con un huevo batido con crema y condimente con sal, pimienta y un poco de coriandro, deliciosa.

Como son deliciosos los puerros adentro de una tarta, mezclados ellos también con crema y huevos.

Una buena idea para esos pobre tomates que están tranquilos en la lata o derrumbándose en la bandeja de la heladera es destinarlos a ellos también a una tarta perfumada con hierbas y con un chorrito de aceite de oliva.

Y para terminar, esos miserables trozos de queso, impresentables, que guardo alguna vez para rallar, rállelos. O procéselos. Incorpore ese medio pote de queso crema, crema y huevos, nuez moscada y pimienta de molino. Quiche de queso, voila!

Comentarios sobre este artículo (1)

margaretta10@yahoo.com.ar
margaretta10@yahoo.com.ar
Buena idea, tengo 77 años y no me gusta lavar la vajilla. Gracias. Margarita
12 octubre 2012, 18:36
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