1. Elegir bien la pizza congelada que se comprará
No tiene que ser rica en condimentos, el "topping", es decir, los ingredientes que la enriquecen, siempre se pueden agregar. Sin embargo, debe ser de calidad. Conviene probar las alternativas disponibles en el mercado, hasta encontrar la que realmente satisfaga nuestras expectativas.
2. No necesariamente la pizza debe calentarse en el horno
Si se usa un horno convencional, calentarlo bien antes de ponerla, como se haría para cocinar una pizza casera, elevando la temperatura al máximo. Otras alternativas son, en primer lugar, la barbacoa: las que tienen tapas se parecen a los hornos para pizzas y le darán ese gustito ahumado, como si recién hubiera salido de un horno de leña. También es posible cocinarla en la hornalla de la cocina, siempre cubriéndola con una tapa y con la pizza colocada en una placa.
3. Agregar ingredientes extra
Conviene comprar una simple y más ecomnómica pizza de sólo tomate y queso y enriquecerla en casa. Las opciones son muchas: el refrigerador, la despensa y la imaginación ofrecen posibilidades más amplias y más en línea con los propios gustos que cualquier propuesta comercial preempaquetada. Y la calidad de los ingredientes individuales también estará bajo control. Además, es una excelente manera de utilizar las sobras, comenzando con los famosos "pedacitos de queso", la mitad de una porción de verduras, un mínimo resto de pesto o unas pocas rodajas de embutidos.
4. Prestar atención al "cuándo" para agregar los ingredientes
Hay ingredientes que es mejor poner antes de llevar la pizza al horno, por ejemplo, todo lo que debe fundirse, o incluso los que necesitan, hablando de sobras, recibir otro golpe de calor antes de consumirse. Hay otros ingredientes que es mejor agregarlos antes de servir, por ejemplo, hierbas frescas como la albahaca o secas como el orégano, algunas verduras como la rúcula y también las anchoas saladas o el jamon crudo, etc. Y luego, aprovechando el hecho de que la pizza no se está cocinando, sino que solo se está calentando (y, por lo tanto, se puede abrir el horno sin el riesgo de inhibir la levitación), hay ingredientes que se pueden agregar a la mitad, de modo que no estén fríos de nevera, pero que no se cocinen, por ejemplo, pesto o jamón cocido (si desea poner este último desde el principio, recordar que se debe poner el queso encima, para que no seque).
Finalmente, dos trucos básicos de pre y post descongelación relacionados con la corteza. Antes de calentar la pizza, mojarse las manos con agua y pasarlas sobre la base. Tan pronto como la pizza esté lista y caliente, espolvoréarla con un chorrito de aceite de oliva virgen extra, que se absorberá a la perfección con la masa recién recuperada. Y tal vez unas gotas aquí y allá, incluso sobre el condimento, además de hierbas frescas y secas para un toque final.
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