Orejones no son los descendientes del Dr. Spok, el médico marciano de Viaje a las Estrellas, sino simplemente los damascos secos, una de las deliciosas variedades de ese símbolo del paladar oriental, morisco, seductor, con aires de odaliscas o simplemente danzando al ritmo del oud: las frutas desecadas.
(No disecadas, esto sería algo así como partir la fruta al medio para estudiarla bajo lupa a la luz de un spot en un laboratorio o en una clase de ciencias naturales). A las frutas desecadas se les extrae la humedad (o sea se deshidratan).
El proceso de hacer pasas de frutas que no sólo son uvas, puede realizarse mediante distintos métodos. Los dátiles, arábigo manjar si los hay, son dejados por los beduinos en las palmeras para que se endulcen y maduren bajo el implacable sol del desierto.
Otros pueblos, en cambio, cortan las manzanas y las peras en rodajas y después de sumergirlas unos minutos en agua salada, enhebran los anillos en hilos que penden del cielorraso para que circule aire entre ellos hasta secarlos por completo.
Las ciruelas secas son tan ricas que durante siglos los europeos las prefirieron a la versión original. Actualmente también.
Otra exquisita posibilidad de las frutas secas son los higos. Para usarlos en compotas y budines es necesario remojarlos de 10 a 30 minutos. Una buena variante es utilizar vino (dulce o no), coñac, vodka, whisky o grappa, para darles mejor sabor.
Las pasas de uvas son las mejores amigas del arroz salteado, además de resaltar budines o simplemente solas, en el conocido como Postre de Músico.
Costumbre de ciertos humeantes antros de Ibiza, Marsella o Barcelona, allí convidan con platitos de pasas de uva y nueces, más reglamentario tintillo. Una buena moneda de cambio para el final de la comida en casa, reemplazando al queso, a la hora de complementar la charla y el vino sobrante.
Todas estas frutas, más las bananas desecadas, los duraznos, son también acompañantes ideales para realzar los sabores de carnes de corderos, aves o pescados.
La paradoja de las frutas secas es que, para embellecerlas, se les agregan arrugas, en una especie de cirugía estética al revés, pero gracias a esta operación no envejecen.
Se conservan deliciosas más de mil y una noches.
Para comenzar a probarlas, en platos distintos, lejos de los cláscos dulces, nada mejor que estas tres recetas:
Salchichas especiales
Carne con repollo y frutas
Dulce corderito
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