Así lo revela un estudio realizado por la Universidad del Sur de California, publicado en el Personal and Social Psychology Bulletin. Este estudio ha demostrado por qué es difícil decir que no a la llamada 'comida basura' y, por tanto, ha puesto de relieve las razones de los atracones y las condiciones que favorecen el sobrepeso y la obesidad.
Para este estudio, los investigadores llevaron a cabo un experimento sobre los espectadores que iban al cine. Les dieron paquetes de palomitas de maíz, algunos frescos y otros más rancios. Una vez acomodados en la sala, el público comenzó a comer sus palomitas de maíz sin hacer diferencia entre las frescas y las rancias. O mejor dicho, el que no estaba acostumbrado a comer palomitas en el cine preferió las frescas, mientras que los otros consumieron la misma cantidad de palomitas de maíz frescas y rancias. En ambos casos, las palomitas de maíz se disfrutaron.
El experimento se continuó, pero esta vez, films y palomitas se propuesieron en una sala de reuniones. No en el cine. Y aquí las cosas cambiaron. En este caso, la sala de reuniones no estba asociada con el alimento en cuestión, es decir, las palomitas de maíz, en consecuencia lo que prevaleció fue el sabor: todos dijeron "no" a las palomitas de maíz rancias.
Que surge de esta investigación? La respuesta es muy simple. Es el estímulo del entorno el que nos impulsa a comer, en este caso, alimentos chatarra. De hecho, cuando comemos muchas veces un alimento en particular en un entorno particular, el cerebro asocia tal alimento con el lugar en cuestión.
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