La importancia del color de los alimentos y su efecto en nuestro organismo

Las frutas y verduras se presentan en la naturaleza con diferentes colores y cada color está asociado con la presencia de sustancias específicas. De forma esquemática, todos estos colores se pueden agrupar en 5 grupos: rojo, verde, blanco, amarillo/naranja y azul/violeta. La Organización Mundial de la Salud aconseja, en términos de prevención de la salud, consumir 5 porciones de frutas y verduras al día y de la misma manera la regla de los 5 colores recomienda poner los cinco colores diferentes en el plato durante el día. Esto se debe a que, como decíamos, a cada color se le atribuye una acción protectora específica del organismo según las sustancias específicas que contenga.


Rojo = licopenos antocianinas

Las antocianinas, responsables del color rojo, realizan algunas funciones muy importantes: protegen la piel de los rayos UV, mejoran los estados de fragilidad capilar y están indicadas para prevenir el envejecimiento prematuro o procesos inflamatorios de la piel. El licopeno, por otro lado, que se encuentra principalmente en los tomates y la toronja rosada, es un antioxidante eficaz y parece jugar un papel clave en la prevención de algunos cánceres. Además, las naranjas sanguineas, las fresas y las cerezas son ricas en flavonoides, excelentes para fortalecer los vasos sanguíneos y capilares, pero no sólo: también protegen los ojos, especialmente la retina, del estrés oxidativo causado por la luz.

¿Cuáles son los mejores alimentos rojos para consumir y cuántas veces al día se deben consumir? Seguramente, entre las frutas encontramos: fresas y fresas silvestres, frambuesas, grosellas, cerezas, cerezas negras, naranjas sanguiñas y granadas. Entre las verduras, en cambio, tomates, pimientos rojos, rábanos rojos, rábanos, guindilla, cebolla roja, frijoles rojos y remolacha.


Amarillo/naranja= flavonoides, beta-caroteno y vitamina C

Las frutas y verduras de este color contienen betacaroteno que tiene una alta acción antioxidante y provitamínica, gracias a la cual protege a las células del daño causado por los radicales libres. Desde el punto de vista químico, el betacaroteno es el precursor de la vitamina A, que participa en el crecimiento, reproducción y mantenimiento de los tejidos y también interviene en la función inmunológica y la visión. Otra familia de compuestos muy importante que caracteriza a este grupo de alimentos es la de los flavonoides. Los flavonoides dificultan la formación de radicales libres y su acción se da principalmente a nivel gastrointestinal.

Finalmente, algunas de estas frutas son ricas en vitamina C, tienen una alta función antioxidante y contribuyen a la producción de colágeno. Naranjas, albaricoques, melocotones, caquis, mandarinas, papaya, melón, mango, pimientos, limones, kiwis, nísperos son ejemplos de frutas pertenecientes a este color; mientras que entre las verduras recordamos la calabaza y las zanahorias.


Verde = clorofila, magnesio, ácido fólico

Los alimentos de color verde son ricos en magnesio, que interviene en numerosas funciones corporales: promueve el metabolismo de los carbohidratos y proteínas, estimula la absorción de otros minerales esenciales como calcio, fósforo, sodio y potasio; regula la presión de los vasos sanguíneos y la transmisión de impulsos nerviosos. En particular, el magnesio contribuye a la reducción del cansancio, la fatiga y protege el sistema muscular previniendo también los típicos calambres nocturnos, a menudo debidos a la falta de magnesio en la dieta.

El color verde de los alimentos se deriva de la presencia de clorofila y carotenoides, estos últimos responsables del color verde oscuro de las hojas, y ambos son antioxidantes que combaten los radicales libres y el envejecimiento prematuro del organismo. Entre estos encontramos lechuga, rúcula, espinaca, brócoli, espárragos, calabacín, judías verdes, acelgas, perejil, albahaca, kiwis, uvas.


Azul/púrpura = antocianinas, carotenoides, potasio, magnesio

El color morado es característico de muchos alimentos de origen vegetal, desde frutos del bosque como moras y arándanos hasta las clásicas berenjenas, desde patatas moradas hasta higos, ciruelas, cerezas. Este color indica la presencia de antocianinas, a las que a menudo se les añade el betacaroteno, también magnesio, potasio y vitamina C. Las antocianinas son las sustancias colorantes o pigmentos más comunes en el mundo vegetal, de hecho son responsables de casi toda la coloración de las plantas que cambian de azul a rojo, incluido el violeta. Generalmente, su contenido es proporcional a la intensidad del color: esto significa que las frutas y hortalizas de un color púrpura intenso (por ejemplo: berenjenas, ciruelas) son una fuente primaria.

Las antocianinas forman parte de la familia de los flavonoides, que a su vez pertenecen a la familia de los polifenoles, por lo que se clasifican como moléculas con funciones antiinflamatorias pero sobre todo antioxidantes, fundamentales para la prevención de enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas. Las antocianinas también juegan un papel importante en la salud y el bienestar de la microcirculación sanguínea, además de tener una acción anti-envejecimiento completamente natural.


Blanco = polifenoles, flavonoides, potasio

Las frutas y verduras blancas fortalecen los huesos y los pulmones. La quercetina contenida en estos alimentos es un poderoso antioxidante que defiende al organismo del riesgo de cáncer. Rico en vitaminas, fibra, potasio y otras sales minerales, también contienen isotiocianatos, una excelente herramienta de prevención del envejecimiento celular. El ajo, la cebolla y el puerro también contienen sulfuro de alilo, que hace que la sangre sea más fluida y menos propensa a la formación de trombos, además de actuar positivamente en la reducción del colesterol en sangre y la presión arterial.

Al contener un alto porcentaje de fibra, son excelentes para el buen funcionamiento del intestino y para mantener buenos niveles de colesterol en sangre. Esta categoría incluye manzanas, peras, plátanos, melón de invierno, ajo, cebolla, hinojo, champiñones blancos, apio, coliflor blanca.

Por tanto, se puede concluir que comer en colores es importante por varias razones: ayuda a centrarnos en la variedad de alimentos que traemos a la mesa; nos permite tomar la mayoría de los nutrientes que nuestro cuerpo necesita a través de la propia dieta de forma completa, especialmente algunas sustancias protectoras coloreadas (antioxidantes); nos lleva a poner frutas y verduras, legumbres y cereales integrales en el centro de nuestra dieta; nos empuja a explorar el mundo de las especias que, además de colorido, ofrecen muchas propiedades beneficiosas; estimula el gusto y todos los demás sentidos, estimulando también la imaginación.

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