Un vinagre para cada afección

Existen muchas variedades de vinagres, destilados a partir de frutas y cereales, fácilmente disponibles en supermercados, tiendas naturistas y de alimentos orgánicos. Se pueden utilizar para sazonar los alimentos y así disminuir el consumo de aceite y sal.

Los vinagres también se pueden utilizar con fines curativos y, para ello, se deben ingerir durante un mes, a razón de una cucharada por día, disueltos en un poco de agua con el estómago vacío. Si no se toleran de esta manera, igual brindarán sus beneficios teniendo la constancia de utilizarlos todos los días para condimentar los alimentos.


Uno para cada problema

Para ayudar al estómago y los riñones, 
vinagre de manzana: Es diurético, digestivo y desinfectante. Regula las actividades metabólicas y ayuda a drenar el exceso de líquidos. Combate la gastritis, fortalece huesos, dientes, cabello y uñas. Sólo se necesita una cucharada al día.

Para desinchar el intestino, vinagre balsámico: el vinagre o aceto balsámico típico producto italiano de la ciudad de Módena (aunque actualmente hay muy buenos sustitutos), se obtiene a partir del mosto de uva en un proceso de acidificación en barriles de madera y un envejecimiento que dura de 15 a 20 años (de ahí el generalmente alto precio del producto original), el vinagre balsámico tiene sólo 26 calorías por decilitro. Contiene vitamina C, desinfecta las vías respiratorias y hace que los alimentos sean más fácilmente digeribles; reduce la fermentación intestinal y la hinchazón y, gracias a sus abundantes enzimas, es un coadyuvante en el tratamiento de la úlcera. Se puede incorporar mezclado con los alimentos o tomarlo solo, disuelto en medio vaso de agua.

Para estimular el sistema inmunológico, vinagre de arroz. Se produce a través de la fermentación de la harina de arroz y su posterior acidificación; tiene un sabor ligeramente ácido. Es desintoxicante, digestivo, restaura el PH fisilogico y mejora la respuesta inmune. Sólo se necesita una cucharada al día.

Para fortalecer los huesos y el sistema respiratorio, vinagre de miel. Se obtiene de la fermentación de miel con agua añadida. Restaura la flora intestinal, es remineralizante, limpia la sangre, combate los resfriados y la ronquera (en estos casos se puede utilizar para hacer gargarismos y vaporizaciones) y mejora la fijación del calcio. La presencia de miel también mejora la asimilación de los principios activos presentes en este tipo de vinagre. Sólo se necesita una cucharada al día.

Para proteger la circulación y las encías, vinagre de frambuesa: producido a partir de la fermentación de frambuesas, es un vinagre fragante y rico en minerales; protege la circulación, purifica la sangre, aporta vitaminas y es anti-inflamatorio. Diluido en medio vaso de agua, fortalece los dientes y las encías.

Para promover la diuresis y disolver cálculos renales, vinagre de grosella: es un vinagre agridulce indicado en caso de pérdida de apetito y fatiga; ayuda en la eliminación de cálculos renales. Ideal para condimentar verduras crudas o tomarlo solo, diluido en agua.

Para ayudar a la digestión, vinagre de coco: producido a partir de la savia de la palma de coco, se utiliza especialmente en Oriente para sazonar carnes y pescados. Es tónico y digestivo.

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