Cocinando con cerveza

El secreto principal para que un plato cocinado con cerveza resulte perfecto es dejar evaporar su alcohol. Al igual que en la cocina con vino es necesario que sólo quede el cuerpo de la bebida y su fragancia, asimilados a los ingredientes en cocción.

En general, la cerveza puede reemplazar a la leche, al caldo, al vino y, por supuesto, al agua en variadas recetas y es recomendable utilizar siempre la cerveza blanca, de sabor medio.

Aunque exótica para algunos paladares, la cerveza negra también se puede adaptar a algunos platos, sobre todo en los que intervenga la carne de vaca.

Una de las cualida­des de la cerveza en la cocción es su capacidad para hacer más livianos los soufflés, los risottos, las masas de panqueques y frituras, las sopas y las marinadas.

Los guisados con cerveza se enriquecen con un  cubo de, caldo, una pizca de curry, mostaza, alcaparras, cebolla, puerro, apio y los pepinitos clásicos de la cocina escandinava.

Para acompañarlos se adaptan, perfectamente, el arroz blanco, el puré de manzanas, las manzanas enteras asadas, las rodajas de manzana salteadas en manteca o los pepinos agridulces cortados en rodajas.

La cerveza es protagonista en el welsh rarebit, en la carbonada flamenca, en la gallina a la flamenca, en el cerdo a la flamenca, en la fondue danesa y en especial, en los platos con carne de vaca, de cerdo o de cordero, en platos con gallina y pollo o con pescados grasos.

Un secreto final: la cerveza debe entrar en la preparación de los platos a temperatura ambiente y siempre se debe cocinar, en la primera parte de la cocción, sin tapa, hasta que la mezcla no huela a alcohol.

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